La bajada de las temperaturas y el fin de la temporada de playa son sinónimo del comienzo de los mejores meses para iniciar tratamientos destinados a eliminar el vello de una vez por todas.
Nuestro consejo, al igual que el de los dermatólogos, es que aproveches octubre, noviembre y diciembre para iniciar tu tratamiento.
Para poder realizarla de una forma segura, es indispensable evitar la exposición al sol antes y después de la depilación láser. Algo que no siempre es fácil en verano. En cada sesión, se emplean pulsos de luz para quemar el folículo piloso e impedir que vuelva a crecer. Cada haz de luz desprende calor, lo que puede hacer que la piel experimente un leve enrojecimiento o irritación que podría durar algunos días. Por eso, si el paciente se somete al tratamiento con la piel castigada por el sol, esto resultará perjudicial. La mejor manera de evitar estas molestias, pues, es iniciar el tratamiento cuando la dermis está en buen estado.
A pesar de que notarás los resultados desde el primer día, será partir de las dos o tres sesiones cuando los cambios empezarán a ser más visibles. Por eso, si comienzas tu tratamiento a principios de octubre y tienes programadas seis sesiones durante el otoño y el invierno, a razón de una cada cuatro semanas, tu piel estará libre de vello coincidiendo con la llegada del buen tiempo. Eso sí: recuerda que la duración del tratamiento dependerá del grosor y de la cantidad del vello que se desea eliminar.
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